Bona dies sodales! Ut valetis?
Hoy veremos un poema llamado Cantemus in omni die, de Irlanda del siglo VIII, del monje Cú Chuimne Sapiens (será castellanizado como Cu Juimña el sabio), qué vivió en el siglo VIII y falleció cerca 747. Escribió desde la pequeña isla Iona (de 3,4 millas cuadradas) en las islas Hébridas. Durante aquella época, los monjes irlandeses habían aprendido el latín vulgar de sus colegas del continente, y pronto comenzaron a escribir en un latín curioso; culto, pero lleno de ortografía inestable, y que en realidad representaba la forma hablada del idioma; diptongos perdidos; "hec" por "haec"; la h desaparecida: "ymnum" por "hymnum".
Fue una isla muy pacífica durante el
tiempo de Cú Juimña, antes de la interferencia vikinga e inglesa, lo cual
permitió a aquellos monjes contemplar, leer, hacer copias de textos para traer
cuando salían de la isla para sus misiones, básicamente llevar a cabo una vida
espiritual sin muchos estorbos.
Hasta el momento, los poemas en hiberno-latín
no han sido editados a menudo, y presentan varios problemas respecto a la
ortografía para editarlos de manera fehaciente. Con el poema de hoy, hemos
mantenido la ortografía original, usando el sitio https://celt.ucc.ie, como
base principal.
Hay una frescura con este poema. Fue escrito
cuando el catolicismo tenían apenas tres siglos de vigencia en la isla, y puede
apreciarse que el poeta toma mucho deleite en emplear palabras cultas,
resultado sin duda de sus lecturas esotéricas y estudiosas. Se trata de la
alabanza a la Virgen María, y está en clave inspirada; emplea unas técnicas
retóricas de la tradición greco-romana como la aliteración ("Maria mater
miranda"), la asonancia (lotus totus mundus) y el
elisión, para que los últimos versos no pasen las 15 sílabas. Todo esto sugiere
que tuvo en su posesión una copia de las Etimologías de Isidoro en su
biblioteca, y que experimentaba con lo que aprendió de los tomos de Isidoro,
que eran en realidad como entradas de Wikipedia antiguas; útiles pero de poca profundidad, pero sí le servían como guía. No obstante, el nivel de
versificación que ha alcanzado Cu Juimña es realmente impresionante y muestra
que dominó el idioma a nivel oral y auditivo, por que sin duda este poema es de
un hablante habitual del latín vulgar.
[Cantemos
todos los días]
Cantemos
todos los días salmodiando todos,
clamando
a Dios con un himno digo de la Santa María.
Dos
veces por el coro desde aquí y allí alabemos a María.
Para
que percuta cada oído por la gloria vicaria.
María,
del tribu de Judá, suma madre del señor,
da
cura oportuna a los hombres afligidos.
El
Paterno Gabriel trajo la primera Palabra desde el seno paterno,
la
que fue concebida y nacida de útero materno.
Es
ella la suma, la santa virgen venerable,
que
no se alejó de la fe, sino que se apareció ante los creyentes.
Y a
esta madre no se ha encontrado ni antes ni después una parecida,
y
ni siquiera su prole fue del todo de origen humano.
Por
culpa de la mujer y el leño, el mundo desapareció;
Debido
a la virtud de la mujer, recobró su salud.
La
milagrosa madre María engendró a su padre
en el
cual, el mundo entero, bañado con agua bautismal se ha puesto su fe
completamente.
Ella
concibió la margarita —no son sueños vanos estos—
por
la cual los castos cristianos venden todo lo suyo.
La
Madre de Cristo ha hecho un vestimento tejido por completo,
la
que, tras la muerte de Cristo, permaneció con su destino.
¡Que
nos vistamos con armas de luz, loriga y casco,
para
que seamos ante Dios perfeccionados y nacidos por María!
Amén,
Amén, conjuramos a la puérpera meritoria
para
que la llama del piro nefasto no nos pueda consumir.
Invocamos
el nombre de Cristo ante los ángeles testigos,
para
gozar y para escribir en letras celestes.
Oh
Santa María, le pedimos
mérito
dignísimo,
para
que meritemos habitar
el
solio en lo alto.
Amén.
―San Cú Juimña (latinizado como Cuchumneus, posiblemente
castellanizable como Cujúmneo) el Sabio, siglo VIII.
[texto original]
[Cantemus in omni die]
«Cantemus in omni die concinnantes uarie[1]
conclamantes Deo dignum ymnum[2] Sancte[3] Marie.
Bis per chorum hinc et inde conlaudemus Mariam
ut uox pulset omnem aurem per laudem uicariam.
Maria de tribu Iuda Summi mater Domini
oportunam dedit curam egrotanti[4] homini.
Gabriel aduexit Verbum sinu prius Paterno
quod conceptum et susceptum in utero materno.
Hec[5] est
summa, hec est sancta uirgo uenerabilis,
que ex fide non recessit sed exstetit[6] stabilis.
Huic matri nec inuenta ante nec post similis
nec de prole fuit plane humane[7] originis.
Per mulierem et lignum mundus prius periit;
per mulieris uirtutem ad salutem rediit.
Maria mater miranda Patrem suum edidit
per quem aqua late[8], lotus
totus mundus, credidit.
Hec concepit margaritam —non sunt uana somnia—
pro qua sani Christiani uendunt sua omnia.
Tunicam per totum textam Christi mater fecerat
que peracta Christi morte sorte statim steterat.
Induamus arma lucis loricam et galiam[9]
ut simus Deo perfecti suscepti per Mariam.
Amen Amen adiuramus merita puerpere[10]
ut non possit flamma pire[11]
nos dire[12]
decerpere.
Christi nomen inuocamus angelis sub testibus
ut fruamur et scribamur litteris celestibus[13].
Sancte Marie meritum, imploramus dignissimum.
Ut mereamur solium habitare altissimum.
Amen».
[1] «uarie»: uariae. Resulta curioso
el uso de la u en vez de la v en un texto con una ortografía algo
divergente. Es un cultismo del autor,
porque acerca de la v aspirada
sabemos que estaba ya empleada en Italia y España, y probablemente es así como
los monjes pronunciaban esta letra, porque habrían aprendido el idioma hablado
de sus colegas continentales.
[2] «ymnum»: hymnum. La h inicial ya no se pronunciaba, y brotaban
ortografías nuevas durante la época de Cu Juimña que prescindían de ella por
completo.
[3] «sancte»: sanctae.
[4] «egrotanti»: aegrotanti.
[5] haec según la ortografía tradicional. Cabe destacar que el latín a
la sazón fue lengua hablada, a pesar de sus corrupciones, fue todavía lengua
orgánica cuando escribió Cu Juimña. Por ende, es fascinante observar su
ortografía, porque nos muestra cómo hubieran hablado el latín los religiosos
irlandeses entre sí.
[6] «exstetit»: exstitit.
[7] «humane»: humanae.
[8] «late»: forma adverbial de
«latus», estrecho, expansivo.
[9] «galiam»: galeam.
[10] «puerpere»: puerperae.
[11] «pire»:
pyrae.
[12] «dire»:
dirae.
[13] «celestibus»:
caelestibus.
Apéndice: una reconstrucción tentativa de la métrica
análisis: dáctilo con cesura, 1ª parte compuesta de 8 sílabas y la 2ª de
7 sílabas.
[Cantemus in omni die]
«Cantémus in ómni díe || concinnántes uárie.
conclamántes Déo dígnum || ymnum
Sáncte Maríe .
Bis per chórum hínc et índe || conlaudémus Maríam
ut uóx pulset ómnem áurem || per láudem uicáriam.
María de tríbu Iúda || Summi
máter Dómini
oportúnam dédit cúram ||
egrotánti hómini.
Gabriél aduéxit Vérbum || sinu príus Patérno
quod concéptum ét suscéptum || in útero máterno.
Hec est súmma, héc est sáncta || uirgó uenerábilis,
que ex fíde nón recéssit || sed exstétit stábilis.
Huic mátri néc inuénta || ante
néc post símilis
nec de próle fúit pláne ||
humáne oríginis.
Pér muliérem et lígnum ||
mundus príus périit;
pér muliéris uirtútem || ad
salútem rédiit.
María máter miránda ||
Patrem súum édidit
per quém aqua láte lótus || totus múndus crédidit.
Hec concépit márgarítam || —non sunt uána sómnia—
pro qua sáni Christiáni || uendunt súa ómnia.
Túnicam pér totum téxtam || Christi máter fécerat
que perácta Chrísti mórte || sorte státim stéterat.
Induámus árma lúcis || lorícam et gáliam
ut simus Déo perfécti || suscépti per Maríam.
Ámen Amén adiurámus || mérita
puérpere
ut non póssit flámma píre || nos díre decérpere.
Chrísti nómen inuocámus || ángelis sub
téstibus
ut fruámur et scríbamur || lítteris celéstibus.
út mereámur sólium || habitáre altissímum.
Amen».
[1] la última vocal de méritum se une con la
primera vocal de la palabra siguiente imploramus,
reduciendo la cantidad de vocales por uno, como fue habitual es la prosodia clásica.
Debe proferirse así: méritui--mplorámus. Esta elisión ocurre en los últimos cuatro versos y permitió que Cu Juimña pudo mantener la cantidad de sílabas por línea a quince.
Galería:
El libro de Durrow, siglo VII. Así era el arte que
rodeó a Cu Juimña, maravillosamente detallado,
con el nudo celta representando dos amores o espíritus en uno
siempre omnipresente.
rodeó a Cu Juimña, maravillosamente detallado,
con el nudo celta representando dos amores o espíritus en uno
siempre omnipresente.
idem
El águila de Juan el evangelista,
del Libro de Dimma, siglo VIII.
Eligieron el águila porque creían los cristianos
que podía mirar hasta el sol, hacia la
eternidad.
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