On the 16th century chronicles of Latin America V/ Sobre las crónicas de América Latina V

Once again we return to Oviedo’s A general and natural history of The Indies, (1535). Interestingly, in the original edition and a later one (from 1851) there is an illustration of today’s topic: the Caribbean “caney”; this was the standard domestic structure favoured by the Taíno before European contact and colonization. It describes its construction in some detail, almost to the point of tempting one to try their hand at making one, all you need is a beautiful and warm climate in which to set up shop. Vale.



Gonzalo Fernández de Oviedo, General and natural history of The Indies
[a description of the Haitian dwelling]
“Chapter one

Regarding the houses and dwellings of the Indians of this island Hispaniola, also called Haiti.

The Indians of this island of Haiti or Hispaniola lived by the coast or shores of the rivers, or near the sea, or in settlements that they most preferred or in which they intended to dwell in, like in places of altitude such as the highlands, or in valleys or forests for just in the way that they saw it fit, thus did they construct their villages and developed an aptitude therein. And next to their houses they had their tillage conucos (what they call their homestead) consisting of cornfields, cassava root and coppices of fruit trees. And in each public square in the town or village, was a designated place for a game of ball (which they call batey); and also at the village borders there was again, a place set up with seats so that people could watch the game, and of greater size than those found in the public squares, which shall be dealt with at length in the following chapter.
Let us return to the topic of the houses in which they dwelt, the which, usually they call buhío on all of these islands, (the word means to say house or dwelling); but verily, in the Haitian language the buhío or house is called eracra. These eracras or buhíos are made in one of two ways: and in both ways they are made according to the will of the builder. And one of the ways was thus: they nail many posts across the area, of good wood, each one proportioned and forming a circuit measuring a width of four or five paces from one post to the other, or within the space that they so wish it to be from post to post.
And on top of them, after being nailed in to the ground, above the cortex at the very top, the wooden slabs are inserted; and above these they insert the [supporting] pole through them (which is the support for the roof covering); the cortices or thick side of the poles, [being placed] above the aforementioned wooden slabs, with the thinnest part on top, where all of the points of the poles join and meet perpendicularly, in the manner of a pavilion. And upon the poles they place transversely, canes or beams measuring a palm each (or less) [placed] in pairs or separately; and they cover the top of this with long and fine hay; some use bihao[1] leaves; others with cane roots; others with palm leaves and also with other materials. On the base, in stead of walls from the poles to the ground, from post to post they place canes hammered in the earth, and so tightly bound like the fingers of the hand held together; and each one identical to the next, they form a wall, and they tie the canes well with bejucos[2] (which are round veins or bands that grow dishevelledly, similar to trees, of which they themselves also hang from, like knotgrass); and these bejucos are very good tying material, for they are flexible and cuttable, they do not rot, and they serve as a nailing utensil and for joining in lieu of strings and nails when tying one piece of wood to another, and also for the tying of the canes themselves.
The buhío or house constructed in this manner is called a caney. They are the best and most secure dwellings, more than others for protection against the air since it doesn’t let it in completely. These bejucos that I have mentioned, or linking, are encountered as much as one would like, and [are] as thick or fine as needs be. Occasionally they cleave them apart when tying slender things, like the wicker that is made in Castile to tie barrel hoops[3]. And not only does the bejuco serve for what has been stated, it is also medicinal; and there exist many genera of bejucos, as will be stated in due course later on, when we shall treat herbs and plants and medicinal trees and their properties.
With this manner of house, or caney, in order for it to be strong and the entire construction and framework to be held well in place, it needs to have a post in the centre of the appropriate thickness, and should be fixed into the earth at a depth of four or five palms, and should reach up to the highest tip or capital of the buhío: to which all of the pole points must be tied. The said post must be like the one found in a pavilion or country shop, such as the those used by the naval fleets and royals[4] in Spain and Italy, for on such a mast is joined the entire house or caney. And so this be better understood, I here insert the form or figure of the caney, so that it may suffice for it to be understood”.



[1] Calathea lutea.
[2] lianas.
[3] Fernández de Oviedo inadvertently informs us that wicker was used for barrel hoops in Spain before metal became standard.
[4] a type of ship, which according to the Diccionario de la Real Academia Española, “was equipped with three bridges and more than 120 canons”.  [Dicho de un navío: Que estaba provisto de tres puentes y más de 120 cañones. DRAE.].


[Texto original]


Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias
[descripción de la morada haitiana (taína)]

«CAPÍTULO PRIMERO
El cual tracta de las casas y moradas de los indios desta isla Española, por otro nombre llamada Haití.
Vivían los indios desta isla de Haití o Española en las costas o riberas de los ríos, o cerca de la mar, o en los asientos que más les agradaban o eran en su propósito, así en lugares altos como en los llanos, o en valles e floresta porque de la manera que querían, así hacían sus poblaciones e hallaban dispusición para ello. E junto a sus lugares tenían sus labranzas e conucos (que así llaman sus heredamientos), de maizales e yuca, e arboledas de fructales. Y en cada plaza que había en el pueblo o villa, estaba lugar diputado para el juego de la pelota (que, ellos llaman batey); y también a las salidas de los pueblos había asimismo sitio puesto con asientos para los que mirasen el juego, e mayores que los de las plazas, de lo cual en el capítulo siguiente se tractará más largo.

Tornemos a las casas en que moraban, las cuales, comúnmente, llaman buhío en estas islas todas (que quiere decir casa o morada); pero, propriamente, en la lengua de Haití, el buhío o casa se llama eracra. Estas eracras o buhíos son en una de dos maneras; e en ambas se hacían, segund la voluntad del edificador. Y la una forma era aquesta: hincaban muchos postes a la redonda[1], de buena madera, y de la groseza, cada uno, conviniente, y en circuito, a cuatro o cinco pasos el un poste del otro, o en el espacio que querían que hobiese de poste a poste. E sobre ellos, después de hincados en tierra, por encima de las cabezas, en lo alto, pónenles sus soleras; e sobre aquéllas ponen en torno la varazón (que es la templadura para la cubierta); las cabezas o grueso de las varas, sobre las soleras que es dicho, e lo delgado para arriba, donde todas las puntas de las varas se juntan e resumen en punta, a manera de pabellón. E sobre las varas ponen, de través, cañas o latas de palmo a palmo (o menos), de dos en dos, o sencillas; e sobre aquesto cubren de paja delgada e luenga, otros cubren con hojas de bihaos; otros con cogollos de cañas; otros con hojas de palmas, y también con otras cosas. En la bajo, en lugar de paredes desde la solera a tierra, de poste a poste ponen cañas hincadas en tierra, someras, e tan juntas como los dedos de la mano juntos; e una a par de otra, hacen pared, e átanlas muy bien con bejucos (que son unas venas o correas redondas que se crían revuelta, a los árboles, y también colgando dellos, como la correhuela); los cuales bejucos son muy buena atadura, porque son flexíbiles e tajables, e no se pudren, e sirven de clavazón e ligazón, en lugar de cuerdas y de clavos, para atar un madero con otro, e para atar las cañas asimismo.
El buhío o casa de tal manera fecho, llamase caney. Son mejores e más seguras moradas que otras, para defensa del aire, porque no las coge tan de lleno. Estos bejucos que he dicho, o ligazón, se hallan dellos cuantos quieren, e tan gruesos o delgados como son menester. Algunas veces los hienden para atar cosas delgadas, como hacen en Castilla los mimbres para atar los aros [2]de las cubas. Y no solamente sirve el bejuco para lo que es dicho, pero también es medicinal; e hay diversos géneros de bejucos, como se dirá en su lugar, adelante, cuando se tracte de las hierbas e plantas e árboles medicinales e sus propriedades.
Esta manera de casa o caney, para que sea fuerte e bien trabada la obra e armazón toda, ha de tener en medio un poste o mástel de la groseza que convenga, e que se fije en tierra cuatro o cinco palmos hondo, e que alcance hasta la punta o capitel más alto del buhío; al cual se han de atar todas las puntas de las varas. El cual poste ha de estar como aquel que suele haber en un pabellón o tienda de campo, como se traen en los ejércitos e reales en España e Italia, porque por aquel mástel está fija la casa toda o caney. Y porque[3] mejor se entienda esto, pongo aquí la manera o figura del caney, como baste a ser entendido».

Ilustración tomada de la edición de 1851



De la edición original 1535




[1] «a la redonda»: alrededor.
[2] 1535: «arcos».
[3] «porque»: para que. 

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