Su manifiesto pequeño, Tu derecho a una ventana- tu deber arbóreo, fue escrito en 1972. Ignoro
si lo publicó en alemán o inglés originalmente; sólo pude encontrar el texto en
inglés. Para este año de 2019, sus párrafos resultan proféticos. Trece años más tarde, Hundertwasser realizaría su proyecto con la terminación del Hundertwasserhaus en 1985.
TU DERECHO A UNA VENTANA - TU DEBER ARBÓREO (1972)
«Ahogamos en nuestras ciudades
porque el aire es contaminado y no hay suficiente oxígeno.
La vegetación que nos da aliento
y vida: la matamos.
Nuestra vida vuelve indigna de
un ser humano.
Paseamos por las fachadas grises
y estériles de los edificios, y no nos damos cuenta de que nuestras casas son
celdas de prisión.
Para sobrevivir, cada uno de nosotros
tiene que actuar.
Tú mismo debes convertirte en el
autor de tu medio ambiente. No puedes esperar a un permiso o una autoridad. No
solamente tu ropa y tus habitaciones, sino la fachada del edificio en el cual
vives y al cual perteneces. Cualquier tipo de creación individual es mejor que
esta muerte estéril.
Tienes el derecho a transformar tu
ventana y la pared de afuera que la rodea tanto como pueden estirarse sus
brazos hasta que tu casa te quepa.
Las regulaciones que van en
contra de este derecho a las ventanas o que lo vedan o restringen, deben ser
ignoradas.
La vivienda es un derecho
humano.
Es tu deber dar toda la ayuda
que puedas a la vegetación creciente.
Lo horizontal pertenece a la
naturaleza -lo vertical podrá quedarse con los humanos.
Todo lo que es blanco durante
invierno debe estar verde durante el verano. Todo lo que se moja con lluvia,
toda superficie horizontal bajo del cielo, pertenece al reino de la vida vegetal.
Los bosques crecerán por las
calles y los techos. Uno debe poder nuevamente respirar aire de las arboladas en
las ciudades.
La relación entre el hombre y
los árboles debe cobrar una dimensión religiosa.
Luego uno entenderá que es verdad
si decimos: la línea recta es impía e inmoral».
YOUR WINDOW RIGHT - YOUR TREE DUTY
(1972)
We
suffocate in our cities because the air is polluted and there is not enough
oxygen.
The
vegetation which gives us breath and life - we kill it.
Our
life becomes unworthy of human beings.
We
pass along grey, sterile facades of buildings, and we do not realise that our
houses are prison cells.
To
survive, each of us has to act.
You
must yourself become the author of your environment. You can not wait for a
permit or an authority. Not only your clothes and your rooms, but the face of
the building in which you live belong to you. Any kind of individual creation
is better than this sterile death.
You
have the right to transform your window and the outside wall around it as far
as your arms can reach until your house fits you.
Regulations
which are contrary to this right to windows or that forbid or restrict it,
should be ignored.
Housing
is a human right.
It
is your duty to give all the help you can to the growing vegetation.
The
horizontal belongs to nature - the vertical may belong to men.
All
that is white in winter must be green in summer. All that gets wet with rain,
all horizontal surfaces under the sky, belong to the realm of plant life.
Woods
shall grow on streets and roofs. One must again be able to breathe woodland air
in the cities.
The
relationship between men and trees must gain a religious dimension.
Then
one will understand that it is true if we say: The straight line is godless and
immoral.
Gallery:
Hundertwasserhaus, Viena (1985)
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