Cómo era la vida cotidiana de Agustín, según su contemporáneo y buen amigo Posidio

Las obras de Aurelius Agustinus o San Agustín hoy día siguen siendo leídas por diversos círculos literarios y filosóficos. Contamos con casi la totalidad de las obras que nos dejó: desde sus Confesiones a tratados de la dialéctica y hasta la métrica y la música. Un aspecto menos estudiado es la obra de su coepíscopo Posidio, obispo probablemente africano quien escribió La vida del Obispo San Agustín [Vita Sancti Augustini Episcopi]. En la entrada de hoy, vamos a leer lo que nos cuenta Posidio respecto a la vida diaria de Agustín, e insinúa algunos datos sobre la personalidad del gran pensador hiponense. La referencia de su mesa que tiene un refrán contra el chisme inscripto encima, ya es bastante famosa.


Vida de Agustín, de Posidio (siglo V, antes de 439)

Capítulo XXII. Cómo era Agustín con su indumentaria y alimentación

I. Su vestidura, calzas y hasta las prendas de su lecho eran de envergadura moderada, aunque idónea, ni demasiado prolijas, tampoco muy rebajadas; ya que con estos temas [o bien] suelen jactarse los hombres insolentemente, o degradarse; de todos modos, no buscan cosas de Jesús Cristo, sino las que son cosas suyas. (Phil 2, 21): pero él, como tengo dicho, se iba por el medio, ni [errando] hacia la derecha ni izquierda (Núm. 20, 17; Deut. 2, 27).

II. Su mesa fue frugal y sobria, la cual, no solo contaba con hierbas y legumbres, sino también con carne para cuando recibía huéspedes, o para algunos de los hermanos más débiles, pero siempre tenía vino; porque sabía y enseñaba, como dice el apóstol, «porque todo lo creado por Dios es bueno y nada se debe rechazar si se recibe con acción de gracias; 5 porque es santificado mediante la palabra de Dios y la oración» (1 Tim 4, 4-5).

III. Y como el mismo san Agustín puso en su libro Las Confesiones, diciendo: «Yo no temo a la inmundicia del victo, sino a la inmundicia de la codicia. Sé que a Noé le fue permitido de comer todo lo que sirva para alimento (Gen 9, 2 s.); que Elías fue rehecho mediante los alimentos de carne, (3 Reg 17, 6); que Juan fue dotado con una abstinencia admirable hacia los animales, o sea, las langostas; no se volvió corrompido teniendo que usarlas como sustento (Mt 3, 4). Sé que Esaú fue engañado por su concupiscencia de [comer] lentejas (Gen 25, 29 ss.); y que David se reprendió a sí mismo por su deseo de agua (2 Reg 23, 15 s.); y que nuestro rey fue tentado no por la carne, sino por el pan, (Lc 4, 3). Y por lo tanto, los pueblos que habitan el desierto, merecieron ser reprobados no por desear [comer] carne, sino por desear sustento murmuraron contra el Señor (Num 11, 4 ss.). (Confesiones 10, 31, 46).

IV. Acerca del consumo de vino, hay una sentencia del Apóstol escrito a Timoteo, diciéndole: «Ya no bebe agua, sino una [cantidad] módica de vino para el estómago y tus enfermedades frecuentes». (1 Tim 5, 23).

V. Usó cubiertos solamente de plata, y los recipientes restantes en los que servía sus comidas sobre la mesa eran o bien terrosos, leñosos o marmóreos; pero esto no fue por inopia[1] sino por un propósito de su voluntad.

VI. Pero siempre exhibió hospitalidad. Y en la mesa le gustó más la lectura y la discusión que el comer y beber. Y contra aquella pestilencia de costumbre humana [el chisme], tenía inscripto sobre ella lo siguiente:

Quienquiera que quiere carcomer la vida del amigo ausente
sabrá que la vida suya es indigna en esta mesa presente.
Y así de esta manera amonestaba a cada convidado que debe abstenerse del habla injuriosa.  

VII. Porque [cuando] sus coepíscopos[2] familiarísimos se olvidaron de aquella inscripción, y hablaron sin tomarla en cuenta, en una ocasión Agustín les riñó tan ásperamente, como si perturbado les dijera que o bien se tenían que borrar los versos de la mesa, o que durante la cena se iba a subir a su cubículo[3]. De lo cual, tanto yo como los otros que asistieron a su mesa somos testigos.


 (texto original)
In vestitu et victu qualis fuerit Augustinus

XXII. I. Vestes eius et calceamenta vel lectualia ex moderato et competenti habitu erant, nec nitida nimium, nec abiecta
plurimum: quia his plerumque vel iactare se insolenter
homines solent, vel abiicere; ex utroque non quae Iesu Christi,
sed quae sua sunt iidem quaerentes (Phil 2, 21): at iste, ut dixi, medium tenebat, neque in dexteram, neque in sinistram
declinans (Num 20, 17; Deut 2, 27).

II. Mensa usus est frugali et parca, quae quidem inter olera
et legumina, etiam carnes aliquando propter hospites, vel
quosque infirmiores, semper autem vinum habebat. Quia
noverat, et docebat, ut Apostolus dicit, quod omnis creatura
Dei bona sit, et nihil abiiciendum, quod cum gratiarum
actione percipitur; sanctificatur enim per verbum Dei et
orationem (1 Tim 4, 4-5).

III. Et, ut idem Augustinus sanctus in suis Confessionum
libris posuit, dicens: «Non ego immunditiam obsonii timeo, sed immunditiam cupiditatis. Scio Noe omne genus carnis quod cibo esset usui, manducare permissum (Gen 9, 2 s.); Eliam cibo carnis refectum (3 Reg 17, 6); Ioannem mirabili abstinentia praeditum[4], animalibus, hoc est locustis, in escam cedentibus non fuisse pollutum (Mt 3, 4). Scio et Esau lenticulae concupiscentia deceptum (Gen 25, 29 ss.); et David propter aquae desiderium a se ipso reprehensum (2 Reg 23, 15 s.); et Regem nostrum, non de carne, sed de pane tentatum (Lc 4, 3). Ideoque et populus in eremo, non quia carnes desideravit, sed quia escae desiderio adversus Dominum murmuravit, meruit improbari (Num 11, 4 ss.)" (Confessionum 10, 31, 46).

IV. De vino autem sumendo Apostoli exstat sententia ad
Timotheum scribentis, ac dicentis: Noli usque adhuc aquam
bibere, sed vino modico utere propter stomachum et
frequentes tuas infirmitates (1 Tim 5, 23).

V. Cochlearibus tantum argenteis utens, cetera vasa quibus
mensae inferebantur cibi, vel testea, vel lignea, vel marmorea
fuerunt: non tamen necessitatis inopia, sed proposito
voluntatis.

VI. Sed et hospitalitatem semper exhibuit. Et in ipsa mensa
magis lectionem vel disputationem, quam epulationem
potationemque diligebat. Et contra pestilentiam humanae
consuetudinis in ea scriptum ita habebat:

QUISQUIS AMAT DICTIS ABSENTUM RODERE VITAM,
HANC MENSAM INDIGNAM NOVERIT ESSE SUAM.

Et ideo omnem convivam a superfluis et noxiis
fabulis sese abstinere debere admonebat.
VII. Nam et quosdam suos familiarissimos coepiscopos illius
scripturae oblitos, et contra eam loquentes, tam aspere
aliquando reprehendit, commotus ut diceret, aut delendos esse
illos de mensa versus, aut se de media refectione ad suum
cubiculum surrecturum. Quod ego et alii, qui illi mensae
interfuimus, experti sumus.



























[1] «inopia»: Indigencia, pobreza, escasez (DRAE).
[2] «coepíscopo»: Obispo contemporáneo de otros en una misma provincia eclesiástica (DRAE).
[3] «cubículo»: Pequeño recinto o alcoba (DRAE).
[4] «praeditus»: dotatus. 






Galería

Caluma, Namibia (hoy día la ciudad de Guelma, Argelia)
 donde Posidio fue obispo en el siglo V.


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