Primer párrafo: En el palacio de Constantino el VII, una banqueta lujosa tomó lugar,
repleta de diversión y espectáculo. Estuvo Liutprando de Cremona aquella noche
cenando con el imperador a la sazón, Constantino el VII. Nos reportó mucho de
lo que aconteció. Hablaban griego por supuesto, y él necesitaba un intérprete
para cada interacción con Constantino, aunque estudiaba el griego en su tiempo
libre, así que seguro habló un poco. Vemos que en el imperio romano oriental
—Bizancio— seguía con la costumbre romana del «panem et circenses», y se nota
que los imperadores querían dar una buena impresión a los extranjeros.
Secundo párrafo: El fuego griego. Arma mortal contra los bárbaros. Aún no sabemos con certeza la mezcla definitiva para producirlo.
Liutprando nos describe una escena en donde los rusos se tiran al océano, preferiendo ahogarse que sufrir el fuego griego abrasador y sulfúreo a bordo sus naves.
Secundo párrafo: El fuego griego. Arma mortal contra los bárbaros. Aún no sabemos con certeza la mezcla definitiva para producirlo.
Liutprando nos describe una escena en donde los rusos se tiran al océano, preferiendo ahogarse que sufrir el fuego griego abrasador y sulfúreo a bordo sus naves.
Una noche en
Constantinopla: Liutprandus, Antapodosis, 6,9.
«Venit quidam [viginti quatuor], et eo amplius pedum longitudinis lignum
sine manuum amminiculis in fronte gerens, quod cubito a summitate inferius,
bicubitum transversum[1] habuerat.
Adducti sunt autem duo pueri nudi sed campestrati, hoc est succintoria
habentes, qui per lignum ascendentes eodemque ludentes, versisque deorsum
capitibus per id descendentes, ita servaverunt immobile, ac si radicitus terrae
esset adfixum. Denique post unius descensum, alter qui remanserat eodemque
solus luserat, ampliore[2] me
admiratione attonitum reddidit. Quoquo modo[3] enim, quoad
uterque luserat, videbatur possibile, quoniam quidem quamquam mirabili, verum
pondere non dispari lignum per quod ascenderant gubernabant. Unus vero qui in
ligni summitate remansit, quia ita se aequaliter ponderavit, ut et luserit ac
sanus descenderit, ita me stupidum reddidit, ut ipsum etiam imperatorem mea
admiratio non lateret. Unde et accersito interprete, quid mihi mirabilius
videretur, est sciscitatus[4]: puer, qui
se adeo moderate rexerat, ut immobile lignum esset, an is, qui id in fronte tam
argumentose[5] tenuerat, ut puerorum
nec pondus neque ludus vel modicum flecteret. Cumque me
ignorare, quid mihi «θαυμαστότερον», id est
mirabilius, videretur, edicerem[6], magno
inflatus cachinno, se similiter neque scire, respondit».
—Liutprandus, Antapodosis,
VI, 9.
(al castellano)
Una descripción de un banquete en Constantinopla, siglo X
Vino un [hombre],
llevando consigo, sin usar las manos, una pértiga midiendo más de veinte cuatro
pies sobre su cabeza, la cual, un codo más debajo de la cima, contaba con un
travesaño midiendo dos codos. Luego trajeron dos chicos, desnudos salvo por el
taparrabos, es decir, que llevan tangas, que ascendían por la pértiga e
hicieron esparcimientos sobre la misma, y luego se descendieron sobre ella de
cabeza, la mantuvieron así, inmóvil y como si la estuviese fijamente sujetada
al piso. Y después de que uno había descendido [de la pértiga], el otro quedó
solo e hizo esparcimientos sobre la misma, me dejó atónito con más admiración
[para ellos]. De todos modos, mientras los dos hacían sus esparcimientos, [apenas]
parecía posible, porque más allá de ser fantástico, [también] gobernaban de
manera no dispar la [pértiga] sobre la cual ascendían. Mas el que permaneció
sobre la cima de la pértiga, que se balanceó así de manera uniforme, que
pudiera hacer esparcimientos sobre ella y luego descender ileso, ahí me quedé [tan]
estupefacto, que el imperador no se desatendió de mi admiración. De ahí, llamado el intérprete, me preguntó cuál de los dos me pareció más fantástico: el chico, que se balanceó tan controladamente que la pértiga se quedó inmóvil, o el otro, que la mantuvo tan ingeniosamente sobre su cabeza, que ni el peso del chico ni el [mismo] esparcimiento la moviese. Y cuando le dije que no sabía cuál me pareció «θαυμαστότερον», eso es, más fantástico, respondió lanzando una gran carcajada, que de igual manera tampoco sabía él.
estupefacto, que el imperador no se desatendió de mi admiración. De ahí, llamado el intérprete, me preguntó cuál de los dos me pareció más fantástico: el chico, que se balanceó tan controladamente que la pértiga se quedó inmóvil, o el otro, que la mantuvo tan ingeniosamente sobre su cabeza, que ni el peso del chico ni el [mismo] esparcimiento la moviese. Y cuando le dije que no sabía cuál me pareció «θαυμαστότερον», eso es, más fantástico, respondió lanzando una gran carcajada, que de igual manera tampoco sabía él.
—Liutprando, Antapódosis,
6,9.
Antapodosis,
Liber Quintus, XV
[Sobre los
rusos, y el fuego griego]
«15. Gens quaedam est sub aquilonis parte constituta, quam a qualitate
corporis Greci vocant Ρούσιος, Rusios, nos vero a positione loci nominamus
Nordmannos. Lingua quippe Teutonum nord aquilo, man[7]
autem dicitur homo; unde et Nordmannos aquilonares homines dicere possumus.
Huius denique gentis rex vocabulo Inger erat; qui collectis mille et eo amplius[8] navibus
Constantinopolim venit. Quod Romanos imperator ut audivit, quoniam navalem suum
exercitum directum contra Saracenos et ad insularum custodiam habuit, estuari[9] cogitationibus
coepit.
Cumque cogitationibus non
paucis insomnes noctes duceret, et Inger cunta[10] mari vicina diriperet, nuntiatum est
Romano, 15 semifracta se habere chelandia[11], quae populus ob vetustatem sola
reliquerat. Quod ut audivit, τοῦς καλαφάτας[12], tus
calafatas, hoc est navium compositores, ad se venire praecepit, quibus et
ait: «Properantes sine dilatione, ea quae remanserant, chelandia praeparate.
Sed et argumentum, quo ignis proiicitur, non in prora solum, verum etiam in
puppi, insuper in utrisque lateribus ponite».
Compositis itaque secundum iussionem suam chelandiis,
sapientissimos in eis viros collocat, atque ut regi Ingero occurrant denuntiat.
Profecti denique, cum in pelago eos positos rex Inger aspiceret, ut vivos illos
caperet, exercitui suo praecepit et non occideret. Denique miserator et
misericors Dominus, qui se colentes, se adorantes, se deprecantes, non solum
protegere sed et victoria voluit honorare, ventis tunc placidum reddidit mare.
Secus[13] enim
ob ignis emissionem Grecis esset incommodum. Igitur in Rusorum medio positi,
ignem circumcirca proiiciunt. Quod dum Rusi conspiciunt, e navibus confestim
sese in mare proiiciunt, eliguntque potius undis submergi quam igne cremari.
Alii tunc
loricis et galeis onerati, numquam visuri, ima pelagi petunt; nonnulli vero
natantes, inter ipsos maris fluctus uruntur, nullusque die illa evasit, qui
fuga sese ad terram non liberavit. Rusorum etenim naves, ob parvitatem sui, ubi
aquae minimum transeunt, quod Grecorum chelandia ob profonditatem sui facere
nequeunt. Inger ingenti cum confusione postmodum ad propria est reversus.
Greci vero
victoria potiti[14],
vivos secum multos ducentes, Constantinopolim regressi sunt laeti. Quos omnes
Romanos, in praesentia regis Hugonis nuntii, vitrici[15] scilicet
mei, decollare praecepit».
Antapódosis,
5º libro, XV
[Sobre los
rusos, y el fuego griego]
Existe un pueblo que viene del aquilón, que por las cualidades de sus
cuerpos los griegos le llaman Ρούσιος, Rúsios, pero nosotros por su
ubicación les nombramos nórdicos. Es cierto que en lengua germánica para
aquilón se dice nord, y hombre, [se dice] man; de
ahí siendo hombres aquilonales, les podemos llamar nórdicos. Y
finalmente [para designar] el rey de este pueblo tenía nombre de Inger; el
cual había reunido más de mil barcos [y] vino hacia Constantinopla. Сuando Romano
el imperador lo escuchó, puesto que estaba dirigiendo su ejército naval contra
los Sarracenos y tuvo custodio de la isla, comenzó a agitarse en sus
pensamientos. Y con tales pensamientos, pasaba no pocas noches insomnes, y Ínger
dejaba destrucción por toda la mar lindante, le es anunciado a Romano que
quince [de sus] quelandiones[16] fueron
parcialmente destruidos, y que del flete, sólo les quedó uno por ser [un buque]
viejo.
Cuando tuvo noticia de esto, [les dijo]: τοῦς καλαφάτας, tus calafatas,
eso es, «los calafates del buque», les mandó que viniesen y les dijo: «apúrense
sin dilación, y los quelandiones que quedaron, prepárenlos». Mas también el
material con el que se echa al fuego, [pónganlo] no solo por la proa, sino
también por la popa, pónganlos para arriba y por los costados».
Arreglados sus quelandiones según él les había mandado, puso en
ellos unos varones sapientísimos, y les ordenó que se presenciasen ante el rey
Ínger. Salidos ellos cuando —encontrándose ya en el piélago— tienen vista del
rey Ínger, [entonces] él [Romano] mandó a su ejército que los capturasen vivos
y que no los matasen. Así que este Señor, siendo [un hombre] clemente y
misericordioso hacia aquellos que le veneran, adoran y deprecan, no sólo les
quiso proteger, pero más bien les quiso honrar con la victoria. Luego, se
mitigó el mar con los vientos. De otra manera, debido a la dispersión del fuego,
les hubiera sido incómodo para los griegos. Entonces puesto [el fuego griego]
de por medio de los rusos, proyectan el fuego alrededor de ellos, y al ver esto
los rusos, en seguida se tiran por la borda; antes eligen sumergirse en las
ondas que ser incinerados por el fuego [griego].
Algunos entonces, equipados con sus lorigas y gáleas, jamás desearon ver
el fondo del piélago; pero algunos, nadando por los mismos flujos del mar
se quemaron y nadie evadió [su ocaso] ese día, que no se liberó con una fuga
hacia la tierra. Así que las naves de los rusos, debido a su parvedad,
transitan donde hay mínima [cantidad] de agua, algo que los quelandiones
de los griegos no pueden hacer debido a su profundidad. Tras esto, Ínger se
retornó al reino suyo en una ingente confusión.
Los griegos, en cambio, tras lograr la victoria, trajeron consigo muchos
sobrevivientes y regresaron a Constantinopla felices. A todos los cuales
[sobrevivientes], Romano, en la presencia del nuncio del rey Hugo [de Arlés],
—o sea, mi padrastro— les mandó a ser degollados.
[1] «transversus»: idem quod transversa.
[2] Muchas ediciones tienen ampliori, el
caso dativo de amplior, pero ninguno de los otros elementos sintácticos
corresponde con él, así se tendrá que leerlo como en caso ablativo,
correspondiendo con admiratione. Y así tiene sentido coherente.
Entiéndanse: reddidit me attonitum [cum] ampliore admiratione.
[3] «quoquo modo»: utique.
de todos modos.
[4] «sciscitatus»:
interrogatus.
[5] «argumentosus»:
ingeniosus, argumentoso.
[6] «edico»: dico,
explico.
[7] hombre en
ruso (hasta en el siglo X) es муж. ¿Por qué se confunde aquí Liutrpand con los idiomas? Es que muchos de aquellos rus eran nórdicos y por ende, hablantes de un idioma germánico.
[8] «mille et eo amplius»: plus quam
mille.
[9] «aestuō»: agitarse, conmoverse.
[10] «cunta»: cuncta.
[11] «chelandion» (χελάνδιον): buque de guerra bizantino.
[12] «καλαφάτισμα»: calafatear.
[13] «secus»: adv. de otro modo, en otras palabras.
[14] «potitus»: conseguido, capturado, logrado.
[15] «vitricus»: padrastro.
[16] «quelandión»: buque de
guerra bizantino.
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